Ya sabéis que me gusta volver incluso más que ir, y esto no es un juego de palabras: a la gente le encanta ir a nuevos sitios, hacer muescas en su revólver y contarlo en el bar; yo prefiero volver a los sitios que me gustaron y disfrutarlos de nuevo, con todo lo que el sitio ofrece y con todo lo que de él recuerdo, con todo aquello que espero volver a encontrar y todo aquello que no había observado antes y me sorprende ahora.
Bien, tras este rollo de libro de autoayuda, me explico: sabéis que vuelvo todos los años a Bélgica, tierra de la cerveza por antonomasia; sabéis que hay una serie de ciudades y pueblos a los que me encanta regresar, como Amberes; sabéis que en Amberes no dejo de volver al templo de la cerveza, Kulminator, con Leen y con Dirk, sus dueños, y con mi padre como acompañante. Ahí quería yo llegar.
Y aquí nos tenéis, padre e hijo en Kulminator, entre enredaderas y cirios, en la maravillosa terraza secreta, catando, entre otras, la cerveza que hoy nos ocupa (es la que tengo en mi mano; yo soy el de la derecha).
Precisamente en Kulminator, cuya cava es legendaria, hemos catado varias botellas con muchos años de guarda; y no ha sido extraño que sea precisamente una década el tiempo que ha esperado la cerveza de turno para que un servidor la cate y así alcance cotas de felicidad inusitadas: Orval, en 2015; Rochefort 10, en 2016; Pannepot, en 2019... Hemos catado otras incluso con más años, pero centrémonos en los diez exactos, que vamos a hilar todo muy bien, porque llegamos a 2020, y a la birra que nos ocupa:
De Struise Brouwers, en Oostvleteren, viejos conocidos nuestros, elaboraron en 2007 una imperial stout para el estadounidense Ebenezer's Pub, stout llamada Black Albert. Tuvo tanto éxito que ha estado, desde entonces hasta hoy, entre las 100 mejores en prácticamente todas las listas que se os ocurran, sin faltar una vez; y a los de DSB les ha servido de base para multitud de cervezas más, entre ellas algunas que hemos tenido la suerte de catar por aquí: Cuvée Delphine, Black Damnation V o Beggar's Art. Ya os avisé de que la entrada iba a ser larga.
Del mismo modo que hay muchas cervezas derivadas de la Black Albert, resulta que hay muchas Black Alberts. Toma ya. Unas que dicen "Black Albert" a secas, y otras que, además, añaden "Batch 0". Y de estas últimas hay varias, porque resulta que hay que prestar atención al lote y a la fecha de consumo preferente. Jarl, y nosotros creyendo que íbamos a beber una cervecita.
Las "a secas" se pueden conseguir con mayor facilidad, así que uno creería que lo de "Batch 0" corresponde a la primera partida de todas. Pero no: esa partida se acabó hace tiempo, lo que ocurre es que la han sabido replicar y hacen tiradas limitadas. Y las hay de tal año, y de tal otro, pero no de todos. Y cuesta un rato saber cuál es el tuyo, porque no te lo dicen a las claras. Al final, en base a lotes, BBs (Best Before dates) y otros trucos, me hice a la idea de que la que hoy catamos era de 2010: al catarla en 2020, sale la década exacta. Mira qué bien.
Por cierto, la etiqueta tiene un diseño harto interesante, obra del tatuador Vincent Hocquet.
Black Albert batch 0. Imperial stout belga (con 10 años de envejecimiento). 13%
Catada el 23 de julio de 2020 en Kulminator.
- La capa es prácticamente azabache; pero donde el azabache tiene reflejos azulados, aquí son rojizos. Crema color café con leche, no muy espesa pero sí muy duradera pese al grado y a la edad que tiene nuestra amiga.
- Os podríais esperar una intensidad aromática bestial, pero es media: ni mucho ni poco. Una primera nota de oxidación (manzana roja), esperable por la década pero no muy guay, que deja, afortunadamente, paso a notas típicas del estilo: caramelo, café, arrope, arándanos e, incluso, pasas.
- En boca es fresca, acídica, no tan fuerte como nos pretendía hacer creer la etiqueta ("very strong beer / bière très forte" decía). Buen amargor, bien compensado. Muy larga, con notas de café, melaza y chocolate con leche. Sigue siendo muy buena, aunque claramente ha pasado su momento álgido.
Tras tantos años la etiqueta se había desprendido, menos mal que la sujeta el Fisher Space Pen. Servida en su propia copa, naturalmente, en, como os decía, la terraza secreta de Kulminator.
Si no nos aclaras quién eres tú sería difícil de adivinar...cuídate amigo, que tanta cata te va a pasar factura....Lo que no se puede negar es que sois padre e hijo...
ResponderEliminarY que nos gusta la cerveza... Mi padre no bebe, pero una vez al año, cuando hacemos este viaje y aterrizamos en Kulminator, "peca" (como se puede comprobar en la foto).
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