Dawat (Cervezas Cuenca) elabora la cerveza más alcohólica de España, o eso dicen por ahí. La birra lleva tan a gala este hecho que se llama como su grado: 18,41. Curiosamente, se equivocan con los decimales y, en lugar de separarlos con una coma, utilizan un apóstrofo (cf. DPD, apóstrofo, 5); por eso digo lo de sic.
Además de ser la más alcohólica, con mayor grado que la mayoría de vinos (salvo algunos generosos), es también una de las más caras, sobre todo si tenemos en cuenta el formato (25 cl, o sea, un botellín; no el acostumbrado tercio, ni la pinta, ni un botellón de 3/4). Dicha botellita sale por un precio que he visto oscilar, pero no es difícil que caiga en 12,5 lereles.
Si hacéis la cuenta, son hasta 50 pavazos el litro, y eso en tienda y por una cerveza nueva, no en restaurante ni por una rareza guardada durante años en cava o directamente descatalogada (esas cuestiones encarecen, lógicamente).
Si no me equivoco (ya son miles de cervezas catadas) creo que la botella nueva más cara que he comprado era la Kiwi's Playhouse, a 33 €, pero hablamos de 75 cl; si se os da bien el cálculo mental, comprobaréis que el litro sale "solo" por 44 eurípides.
Es obvio que si vamos a locales exclusivos o pedimos artículos de coleccionista, los precios se pueden ir a la estratosfera (me acuerdo todavía con dolor de la vez que me clavaron 25 francos suizos por un tercio de la infumable Peroni en la discoteca de moda en Ginebra; en aquel entonces el franco estaba a 0,88 €, así que la Nastro Azurro me salió por 22 machacantes: el litro se subía a 66 eurazos de vellón).
Lógicamente, estos casos peregrinos no los contamos, y por eso os digo que la de Dawat opta a la más cara probada hasta la fecha. ¿A qué obedecen este precio y grado desorbitados? ¿Están ambos parámetros interconectados? Pues sí, queridos pequeñuelos: lo están.
La 18'41 es una birra complicada de elaborar. Estamos ante una eisbock*, lo que requiere someter a la cerveza a unas temperaturas bajísimas (-20ºC), retirar el hielo (que es agua) y, así, concentrar el alcohol hasta límites insospechados en lo que a procesos fermentativos se refiere (con los destilados nos movemos en otra dimensión).
Producciones complicadas, partidas pequeñas, ediciones limitadas, botellas chiquitas y bien presentadas con su etiqueta metalizada y dentro de su cajita... Todo eso encarece, lógicamente.
- Ámbar tan oscura que parece color pardo, diríase. Turbia, con irisaciones verdosas. Crema leonada que no dura ni un suspiro (¿qué esperabais, con ese grado?).
- Muy golosa: melaza, manzana caramelizada, canela, piruleta de fresa, té negro, pan de centeno.
- Carbónico reducido. Alcohólica (pues claro) y casi masticable. Dulzona, con buena acidez y apenas amargor. Final duradero, con notas de naranja y azúcar moreno. Francamente maja.
*No es la primera eisbock que probamos en Bebercio; aquí tenéis un ejemplo canónico y aquí uno más raruno, que no encaja del todo en el estilo, y tal vez sea la cerveza más alcohólica que he probado (26%, bastante más que la de hoy), pero es verdad que la eisbock es escasa y no muy frecuente entre nuestras entradas.
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