¡Feliz 29 de febrero!
Es de sobra conocido por los cinco o seis seguidores de Bebercio que este día es el que consideramos más especial, tanto que solo tiene lugar cada cuatro años (no como los demás, que ocurren cada año).
Siendo tan especial, hemos tenido a bien celebrarlo a tope en cada año bisiesto: en 2016 con un cream viejísimo en la desaparecida Casa vieja de Alcalá de Henares; en 2020 con una cerveza trapense comprada en la propia abadía y envejecida por un servidor 10 años y comiendo en el desaparecido restaurante Álbora de Madrid; incluso antes, en 2012, cuando Bebercio aún no había nacido, llevando un Château Potensac de 1990 al descorche al restaurante Aldaba, también en la capital y, como seguramente habréis sospechado, también desaparecido. En fin.
¿Cómo lo vamos a celebrar este año? ¡A tope, claro! Con una magnífica cerveza, envejecida convenientemente en ese templo de la birra que es Kulminator, al que tanto nos gusta volver a mi señor padre y a un servidor.
Pannepot, de la casa flamenca De Struise, es una de nuestras cervezas favoritas (así, a lo grande, sin especificar, todos los estilos mezclados, claro que sí). Hay muy pocas que puedan mirar de tú a tú a esta maravilla. ¿O debería decir "estas maravillas"?
Me explico: Pannepot(en) hay muchas. De entrada, salen con añada; pero es que luego viene la crianza en barrica de roble, que da lugar a la reserva, la gran reserva... Un mogollón (todas excelentes, eso sí). Os animo a explorar con la barra de búsqueda el nombre de la birra y ver todo lo que sale en este vuestro blog. Merece, creedme.
Pero a lo que estamos, Paula: resulta que de la gran reserva (que los de Oostvleteren llaman "grand reserva" en un alarde de confusión) solamente habíamos catado una edición: la de 2011. Y hoy os traigo la de 2010.
"Ah, pues casi lo mismo" os escucho pensar. Solo que... no. Aquella la catamos terminando 2016, y esta a mediados de 2023 (fecha de cata, no de publicación). Eso, en sí mismo, ya es una diferencia. No solo estamos ante una birra un año anterior, sino que la catamos siete años después; os recuerdo que estamos, además, ante un cervezón con dos años de envejecimiento en barrica. ¿Os he perdido ya? Pues sigo:
La Pannepot reserva era la propia Pannepot normal, pero envejecida 14 meses en barricas nuevas de roble. Si después de ese tiempo no la embotellabas sino que la pasabas a barricas de Calvados y esperabas otros 10 meses, obtenías la grand reserva. Y, en dejando más de ocho años en cava (nada menos que la de Kulminator), lo que obtienes es lo que hoy os traigo. Vamos allá:
- Nigérrima, brillante, con crema moka efímera.
- Intensidad aromática media: caramelo, café, licor Kahlúa, y, también, una nota interesantísima de huitlacoche. ¿Mande? Pues un hongo gris que le sale al maíz y que da en México un producto interesantísimo, con un aroma y un sabor muy especiales, que se llama, metonímicamente, exactamente así: huitlacoche.
- Dulzona, muy fresca (incluso ligeramente agria), con buen cuerpo. Paso muy umami, sedosa, con gran metal. Amargor medio en el final, de persistencia también media. Muy maja.
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