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lunes, 21 de enero de 2019

Labelofilia

Menuda palabreja, ¿verdad? ¿Y qué es la labelofilia? Pues una afición que compartimos varios amantes del bebercio; los más célebres son los amantes del vino, pero no son los únicos.

Me vais a permitir que, en vez de responder yo mismo, cite a un gran enófilo y labelófilo: Mauricio Wiesenthal, en su Etiquetas de oro (2003, Ed. Mayo, Barcelona):
"Los expertos llaman 'labelofilia' a la afición de coleccionar etiquetas. No es un bello nombre, porque parece el de una enfermedad, sobre todo en idioma español, donde label no significa absolutamente nada. Pero el coleccionismo siempre tiene algo morboso..."
Brillante, poco más que agregar a tal definición.

Coleccionar etiquetas es una afición como otra cualquiera y, dentro de esa morbidez a la que aludía Wiesenthal, hay que tener cuidado y no volverse locos coleccionando todo lo que se pueda: en mi caso, solo etiquetas de bebercios que haya bebido y me hayan gustado, ambas cosas; e, incluso así, no todas y cada una, solo las más interesantes (criterio totalmente subjetivo).

Los coleccionistas pueden generar tendencia y, en ocasiones, hay etiquetas que pueden llegar a valer tanto o más que el vino del cual son información: preguntad a los coleccionistas de Mouton-Rothschild, por ejemplo.

Los años pasan y uno termina con cuadernos y álbumes llenos de etiquetas; a veces con su cata correspondiente, otras sin ella. Soy coleccionista, fundamentalmente, de etiquetas de vino y cerveza (igual que este blog se dedica fundamentalmente a esos dos néctares), lo cual no es óbice para que, de tanto en cuanto, puedan caer un whisky o cualesquiera otras cosillas.

La cuestión es que, a menudo, os muestro fotos de mi colección y empleo la palabra "labelofilia" en sus correspondientes pies; así, me ha parecido oportuno explicar en mayor profundidad este término, no necesariamente conocido por todos.

Y, ya que hablo de fotos, he aquí una de algunos de mis álbumes y cuadernos:

Todos ellos abiertos por joyas y rarezas: Pannepot 2013, Grans Muralles 1998, La Montoise, Pliny the Elder, Kujo (maravillosa etiqueta de Ralph Steadman), Château d'Yquem 1998 (etiqueta un tanto estropeada, qué penita) y La Faraona 2003. Verdaderas maravillas que merecen ser recordadas, también en sus etiquetas.

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