La primera cerveza que catamos en Bebercio fue Westmalle dubbel (además fue la primera entrada práctica del blog, nada menos).
Al día siguiente catábamos la misma birra en su versión de 75 cl tapada con corcho, demostrando que la abadía trapense que le da nombre a la cerveza nos cae especialmente bien. Seis meses después catábamos la Westmalle tripel y, aparentemente, habíamos terminado con dicha abadía trapense, porque solo tienen dos birras en su haber.
Aparentemente. De entrada, me podéis decir que me falta la de tres cuartos de la triple y el irme a Kulminator a catar tanto la dubbel como la tripel con una década de envejecimiento, y tenéis razón (tanta que tomo nota, porque es verdad. Seguro que ambas mejoran. Caray, qué ganas).
Bien, esas son cuestiones para nota. Pero dentro de lo mundano, resulta que Westmalle ha decidido comercializar su patersbier en el mundo mundial. ¿Cuántas patersbieren de monasterios trapenses hemos catado? Pues dejad que haga recuento... La Chimay dorée, muy al principio de nuestra andadura, que fue de las primeras en comercializar lo que, en teoría, era solo para los monjes; la Petite Orval, también muy al principio, pero con una salvedad respecto a la anterior: solo se puede catar in situ, no la comercializan fuera del monasterio; la Westvleteren blond que, como todas las cervezas de dicha abadía, solo se puede encontrar si uno va a la misma (o si alguien se toma la molestia y nos clava un rejón por el esfuerzo), o las desaparecidas Achel 5, tanto rubia como tostada.
Vale; Rochefort aún no ha sacado al mercado la suya (ya sabemos que son lentos), y la única trapense belga que quedaba era Westmalle. Lo que nos lleva a esta entrada.
La rubia que los monjes de la abadía beben durante el almuerzo (eso del agua es para los peces) y que tiene el mismo alcohol que casi cualquier birra ultracomercial (o más), pero menos que las otras de la abadía. Y por fin la han sacado al mercado, con lo que llegamos a un catálogo de tres birras en esta abadía. Tela marinera.
- Amarillo límón (cantoso), algo turbio, con irisaciones verdosas. Crema espumosa de color blanquecino.
- Intensidad aromática media-baja: una parte de la malta (gachas, pan blanco), otra del lúpulo belga (esa menta, ese cilantro), limón.
- El carbónico llama la atención de entrada. Ataque seco, con cuerpo medio en el paso. Viva, amargosa, con persistencia bastante elevada. Mola.
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