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viernes, 14 de junio de 2024

Diez años, diez cócteles

¡Pero si hoy no es ni miércoles ni domingo! ¿Cómo es que hay una entrada?

Pues porque hoy se cumplen diez años del primer cóctel publicado en Bebercio, y quiero celebrarlo con vosotros recapitulando un poco.

De las categorías principales de Bebercio es más que evidente que vino y cerveza, cerveza y vino, llevan la voz cantante, con más de mil entradas cada una (1045 al cumplir la década, para ser exactos).

Las restantes, que son acompañantes (o accesorias, como prefiráis) tienen una distribución desigual: casi un centenar de restaurantes y otro tanto de güisquis, 70 AOVEs (y no cuento las teóricas sobre el aceite de oliva), casi 30 cafés, dos docenas de vermús...

Y tenemos, también, otras categorías acompañantes, interesantísimas pero muy minoritarias: 15 brandis, ocho hidromieles, y tan solo cuatro mistelas. Y diez cócteles, que es de lo que vamos a hablar hoy.

Si bien prometo intentar incrementar los números de todas las categorías mencionadas (varias de ellas ya lo han hecho, pero las entradas no han sido aún publicadas), el caso de la coctelería merece un capítulo aparte, y paso a explicaros por qué:

Los cócteles que aparecen en Bebercio no son simplemente cócteles, sino que han de tomar como base una de las categorías principales, o incluso accesorias, del blog; pero nada más, sin incluir, de entrada, los destilados. Es decir, deben llevar como ingrediente o vino, o birra, o vermú, o hidromiel, o mistela, o incluso café (restaurante no pueden llevar, obviamente, y se me antoja difícil que lleven AOVE).

¿Por qué quedan fuera los destilados, en este caso whisky y brandy? Respuesta rápida: porque el blog es mío y las normas las dicto yo. Respuesta un pelín menos rápida, pero también rápida: porque con destilados hay muchísimos, y no quiero que la parte de coctelería se convierta en la norma, que bastante lleva uno con la cata de cerveza y vino.

Hechos la introducción, los antecedentes y el material y métodos, pasemos a los resultados, luego a la discusión y, finalmente, a las conclusiones. Así que, ¿cuáles han sido, en orden cronológico, los diez cócteles publicados en estos diez años de Bebercio? Veamos:

  1. Black Velvet (14 de junio de 2014), cóctel inglés a base de cerveza negra y vino espumoso.
  2. Michelada (9 de agosto de 2014), cóctel mexicano a base de cerveza.
  3. Black and Tan (1 de junio de 2015), cóctel inglés a base de cerveza negra y cerveza rubia.
  4. Prairie Oyster (6 de septiembre de 2015): cóctel alemán a base de huevo crudo.
  5. Black Russian (8 de marzo de 2018): cóctel belga a base de licor de café.
  6. Dry Martini (10 de abril de 2018): coctel estadounidense a base de vermú blanco y ginebra.
  7. Dirty Martini (11 de abril de 2018): cóctel estadounidense a base de vermú blanco y ginebra.
  8. Sangría (17 de junio de 2019): cóctel español a base de vino tinto.
  9. Kalimotxo (19 de octubre de 2022): cóctel español a base de vino tinto.
  10. Americano (9 de noviembre de 2022): cóctel italiano a base de vermú rojo y Campari.

Entrando en la discusión, lo primero que llama la atención es que hay destilados entre los ingredientes. ¿No habíamos dicho que nada de ellos? ¡No! Habíamos dicho que la base no podía ser un destilado, no que no pudiera figurar. Incluso si el destilado termina siendo muy superior a la base fermentada, como en el caso de los dos martinis, donde la ginebra es superior al vermú. Por eso puede figurar también el Black Russian, en el que predomina el vodka sobre el licor de café que, a su vez, se elabora con ron, sí; pero lleva café de verdad, así que sirve para nuestros laxos propósitos.

No obstante, hay una excepción flagrante: el Prairie Oyster. Aunque se pueda tomar en su vertiente abstemia (servidor lo hace casi a diario), el cóctel suele elaborarse con un destilado, ya brandy, ya ginebra, ya vodka. Sí, me he saltado mis propias reglas, no voy a poner excusas. Prometo (intentar) no volver a hacerlo.

Tres cócteles a base de cerveza, tres a base de vino, tres a base de vermú, uno a base de café. Suman diez, sí... pero ¿y el Prairie Oyster, de nuevo? ¿Es que hay once cócteles y no diez? ¿Ya no sabemos sumar? No, tranquilos, es una ilusión óptica causada por el Black Velvet, que se elabora con cerveza negra y vino espumoso, así que puntúa doble aunque solo sea un cóctel.

Únicamente se ha publicado coctelería en cinco de los diez años que tiene Bebercio: una, dos y hasta tres entradas (en 2018); el resto de años, nada. Intentaré que la cosa sea más regular, que no más regulera.

En conclusión: parece claro que nos interesan los cócteles a base de cerveza, vino o vermú. Tiene sentido, viendo el contenido del blog. Y hay rarezas y excepciones, algo que también tiene sentido viéndolo. Aunque sea una parte menor, es muy bonita y se le tiene mucho cariño, por lo que la continuaremos cuidando.



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