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sábado, 15 de abril de 2023

Bebercio cumple nueve años

¡Jo, cuántas cosas seguidas!

Jopé, acabamos de llegar a las mil entradas bajo la etiqueta "Vino" y, a renglón seguido, a las mil bajo la etiqueta "Cerveza", y hemos dedicado una entrada más a analizar cómo van los números en ambos campos. Y, a la que nos descuidamos, estamos cumpliendo nueve añazos.

Claro, en cada cumpleaños revisamos el estado del blog, pero es que acabamos de revisar la parte mollar (vino y cerveza, no os despistéis).

Bueno, pues vamos a ver cómo va todo lo demás ¿no?

Venga, vamos allá. A ver, restaurantes... jolín.

Jolín, este año solo hemos comido en un restaurante: el cuasi-bruselense Black Pearls (queda técnicamente fuera de Bruselas) que ha supuesto, oh yeah, el nonagésimo restaurante de Bebercio. Y eso a este ritmo exasperántemente lento. ¿Cuándo llegaremos a cien? Pues vaya usted a saber. Si lo petamos, como antaño, sería en dos patadas... pero a este ritmo nos dan (muchas veces) las uvas.

Bueno, sigamos con los cafés... jolines.

Jolines, este año solo hemos recalado en dos cafés: el lisboeta Torra, que ha supuesto el vigésimo tercer café de Bebercio; y, hace unos días, el sevillano La Campana, toda una institución. Así pues, dos docenas. Not bad. ¿Cuándo llegaremos a cien? Pues mejor esperáis sentados, campeones, que no va a ser pronto. Jopé, es que este es un blog de catas de vino y birra, recordádlo. Y mis disculpas, que como buen enamorado de esta infusión también quisiera ver incrementados estos números.

En fin, continuemos con los güisquis... oh yeah.

Este año hemos catado tres, que no está nada mal; recuérdoles a ustedes que el whisky es totalmente accesorio en Bebercio: aquí estamos para el fermentado, no para el destilado. Y, así las cosas, un whisky por cuatrimestre (de media) no está nada mal. Y son interesantes, oiga: un scotch canónico, todo un single malt belga y una rareza franco-escocesa.

Y vamos con los AOVEs... mola.

Han sido tres, que tampoco está mal en absoluto, como decíamos antes; y por las mismas razones recién esgrimidas. Un picual jienense, un arbequina de Ciudad Real y nada menos que nuestro primer aceite de acebuchina, procedente de Sierra Mágina, también en Jaén. Así pues, las cuentas salen a un aceite de oliva virgen extra por cuatrimestre (de media, claro).

Así pues, vamos con los vermús... jopelines.

Jopelines, solo dos, como pasara con güisquis y cafés. Todo un clásico: Cinzano rosso, nada menos, y una rareza: Norte Sur. Pero, un momento, dejádme mirar bien...

Vale, vamos a ir cerrando con los cócteles... jánder.

Jánder, aquí me apeo, que lo petamos. Y tú dirás "pero si solamente han sido dos cócteles", y tendrás razón, pero qué dos. Y eso en un blog que no se dedica a cócteles. Tengamos en cuenta que hemos llegado a los nueve años de Bebercio con mil entradas dedicadas al vino y otras tantas a la cerveza... y solo diez a la coctelería. Y este año han entrado ¡dos cócteles!

Insisto: jarl, qué dos. El último, nada menos que el americano (que, ahora que lo pienso, debería incrementar la cuenta del vermú, porque la base de este cóctel es, precisamente, vermú); el previo, toda una institución hispánica: el inefable kalimotxo (calimocho). Jarl, qué dos.

Pues menos mal que acabábamos de hacer recuento de vinos y cervezas, porque esta entrada no ha quedado precisamente escasa; imaginaos dándole caña al morapio y a la birra...

Nueve años. Gracias por estar ahí. Se os quiere.


(Por cierto: jo, jopé, jolín, jolines y jopelines. Carmina in memoriam. Y hemos añadido jánder y jarl. Chiquito in memoriam).

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