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martes, 30 de septiembre de 2014

Tinto Roa crianza 2010

El otro día me invitaron a una boda, en la que me lo pasé fenomenal con amigos del colegio, algunos de los cuales llevaba tiempo sin ver. Estuvimos cenando, tomando copas, bailando... hasta altas horas de la madrugada; muy, muy divertidos.

En ese contexto, en el que los colegas saben que uno se dedica a esto, os planteo el siguiente dilema: sentados a la mesa uno de los colegas pregunta "¿qué tal es el vino, sumiller?" a voz en cuello, y todos te miran. Y resulta que el vino es un trueno de malo. ¿Qué haces? ¿Decir la verdad? ¡Ni de broma! Dices que es muy rico, en términos vagos y genéricos, y cambias urgentemente de tema. Luego, en petit comité, cuando te vuelven a preguntar, ya puedes decir que has visto papeles de lija más suaves que el tinto, pero sin que te oiga nadie más, porque se pueden ofender sensibilidades, y se trata de pasar un buen rato, no de jorobar a nadie.

Venga, aquí os dejo la cata:

Tinto Roa crianza 2010
Bodegas y viñedos Rauda S. Coop.
DO Ribera del Duero
14%
Catado el 27 de septiembre de 2014.
  • Picota cubierto con ribete violáceo.
  • Intensidad aromática baja: humo, licor, un punto de frutas del bosque rojas.
  • Suave, algo desestructurado. Taninos toscos, sin pulir, de los que rascan en la garganta. Persistencia muy baja.
Viendo la choza me imagino el melonar, y viendo las copas me imagino el vino...

lunes, 29 de septiembre de 2014

Château Ormes de Pez 2003

Muy buenas,

Os voy a hablar un pelín de los muy famosos vinos de Burdeos. Resulta que, aunque Burdeos como tal es una denominación de origen (AOC en Francia), a su vez está subdividida en otras AOCs más específicas, y casi todos los vinos de categoría superior salen al mercado con una de estas etiquetas y no con la genérica bordelesa, que se reserva para vinos de menor prestigio (con notables excepciones, por supuesto).

En España también ocurre en algunas zonas: por ejemplo, toda Cataluña es una DO (Catalunya) aunque luego hay subdivisiones (hasta diez, más la de Cava, que es dispersa y se extiende más allá de Cataluña). Aunque los vinos de mayor categoría suelen pertenecer a DOs específicas, hay alguno fabuloso que sale con la DO Catalunya, aquí hemos probado, sin ir más lejos los de Clos d'Agon (tinto y blanco).

Volviendo a Burdeos, la AOC recorre la ribera del río Garona hasta su desembocadura en el Atlántico a través del estuario de La Gironda. Ya en las orillas del estuario, habiendo dejado atrás la ciudad de Burdeos, nos encontramos con la comuna de Saint-Estèphe, que tiene AOC propia desde 1936 exclusivamente para vinos tintos. Pues bien, hoy os traigo uno de ellos, Les Ormes de Pez 2003.

Se trata de un vino clásico, polivarietal (aunque la base es cabernet sauvignon), que todavía se encuentra por Internet a precios tan asequibles como 30 pavos (más gastos de envío, claro). Mi botellita la bebí con gran parte de mi familia (mi madre, tres tíos y dos primos) a finales de noviembre de 2011, sin más celebración que el hecho de juntarnos todos a beber un buen vino.

Aquí tenéis al clan portando los trofeos enológicos: la botella de la izquierda es la que hoy nos ocupa.
Lo cierto es que somos una familia de lo más guapa, aunque esté mal que lo diga yo.


Château Ormes de Pez 2003
Château Ormes de Pez (J.M. Cazes, propriétaire)
AOC Saint-Estèphe
13%
Catado el 27 de noviembre de 2011.
  • Picota cubierto con ribete granate. Brillante y sin demasiada lágrima.
  • Aroma elegante, sin discordancias: bayas licorosas (grosella negra, arándano, endrina, ciruela negra), mina de lápiz, cuero nuevo, cacao. Conforme se va abriendo van desplegándose nuevos aromas: pasta de guayaba, tomate confitado, hierro...
  • Suave, ligero, poco envolvente, bien integrado. Escaso de acidez en su paso; final persistente con notas metálicas agradables y recuerdos de cuero y tinta china. Taninos muy pulidos. Un vino muy clásico.
En la foto familiar no se veía bien la etiqueta, así que he buscado esta imagen por Google.

domingo, 28 de septiembre de 2014

Dona Maria Amantis reserva 2006

Buenos días por la mañana y en domingo,

Os traigo otro vino alentejano, en Portugal, tan ignorado siendo tan cercano, y con vinos tan ricos y tan asequibles. Este se sube un pelín, pero tampoco demasiado: entre 10 y 15 pavos. Muy bueno y muy elegante.

Dona Maria Amantis reserva 2006
Júlio Bastos
VR Alentejano
14,5%
Catado el 16 de febrero de 2011.
  • Rojo picota con ribete violáceo.
  • Fruta negra mezclada con taninos cremosos; cedro, resina, monte bajo.
  • Estructurado, graso, tánico, con buena acidez. Largo, con notas torrefactas.
Mis disculpas por emplear una foto de Internet; en aquel tiempo no tenía la costumbre de tomar fotos de lo que cataba. Afortunadamente he aprendido y ya lo hago.

sábado, 27 de septiembre de 2014

Affligem blonde

En varias ocasiones he profesado mi incondicional admiración por la cerveza belga, y hoy lo reitero. Dentro de los múltiples estilos de birra que se elaboran en el país hay uno que tiene mucho éxito tanto nacional cuanto internacionalmente: blonde, es decir, ale rubia (o dorada).

Fijaos bien: no es la típica rubia, que sería una lager, sino que se trata de una cerveza de alta fermentación, con más cuerpo, más aroma y más grado. Son unas cervezas magistrales, incluso cuando la producción esté -en algunos casos- claramente industrializada y las botellas se encuentren incluso en grandes superficies. La cerveza que hoy os traigo es un ejemplo de esto: Affligem blonde, presente en multitud de bares y de supermercados, y aun así bien rica.

Affligem es una pequeña población cercana a Bruselas, y en su municipio se fundó en el s. XI (unos dicen que en 1062, otros que en 1074, algunos que en 1085) la abadía benedictina del mismo nombre, que llegó a ser la más importante del Ducado de Brabante. La cerveza Affligem está asociada a esta abadía, aunque se elabora (bajo licencia) en la cercana población de Opwÿk y actualmente pertenece al grupo Heineken. Como se elabora sin atender a los requisitos que la certificarían como trapense, no puede recibir ese nombre, sino el de cerveza de abadía.

Affligem blonde. Cerveza de abadía belga estilo blonde, refermentada en botella. 6,8%
Catada el 22 de marzo de 2014.
  • Dorado con irisaciones verdosas. Abundante burbuja menuda. Crema marfil, consistente y espesa.
  • Intensidad aromática media-alta: masa de pan, hierbas amargas, hierro, cáscara de limón.
  • Amplia, estructurada, con un gran balance entre dulzor, acidez y amargor. Persistencia media. Muy interesante.
 Se aprecian bien el color dorado y la crema marfil consistente y espesa.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Kince Lupulus

Hola, qué tal,

Ayer fui a la tienda de mi colega Fran (Más que cervezas, os tengo que hablar más detenidamente de ella) y le pedí una birra diferente para vosotros. Y me ha dado lo que yo definiría como un experimento: van y se juntas los mendas de tres cerveceras artesanales españolas (Keltius, Humulus Lupulus y La Quince) y deciden hacer una IPA doble rara (ya sabéis que ahora están de moda las IPAs). ¿Y cómo la hacen rara? Pues le cascan no dos ni tres sino ¡15 lúpulos diferentes! Y, venga, ya que estamos, cuatro maltas. ¿Voll-Damm es doble malta? ¿Ámbar Export es triple? ¡Pues nosotros cuádruple! Y, claro, les queda una birra espesa con ¡115 IBU (International Bitterness Units)! Más amarga que amarga. Claro, esto hay que probarlo.

Vamos por partes. Primero: los lúpulos. ¿Se notan los quince? Pues no, claro. En nariz noté cuatro, y gracias. En boca uno más, y fin. La tercera parte, y me parece mogollón. Lógicamente unos se comen a otros, eso suponiendo que estén en concentraciones iguales. Segundo: las maltas. ¿En qué se notan? Pues en que el grado se nos va a 7,5%. Cuidado, que pega, vaya si pega. Tercero: lo de los IBU. Es una medida peculiar de amargor, porque no siempre se nota de forma exagerada, y aquí están muy cuidados. Os tiene que gustar la IPA, por supuesto, pero no os creáis que vais a morir entre hiel y ricino, porque no es así. El punto amargo está muy bien conseguido, mucho.

Mola, la verdad. Además, no es demasiado cara (unos tres pavos me ha costado, pero no os sorprendáis si os sale por algo más, es que Fran vende muy barato). Lógicamente, solo en tiendas especializadas. Afortunadamente hay cada vez más.

Finalmente, no me preguntéis por qué Kince y no Quince. O Kinze, Quinze, Kynce, Quynce, Kynze o Quynze. Ni idea, no me preguntéis. Ya os he dicho que pega, y me la estoy bebiendo según escribo.

Kince Lupulus. IPA doble española. 7,5%
Catada el 25 de septiembre de 2014.
  • Dorado cubierto con abundante crema beige. Muy densa.
  • Intensidad aromática muy elevada: fruta tropical (maracuyá, mango, melocotón); cítricos (limón, pomelos blanco y rosa); hierbas amargas (rúcula, diente de león); un punto de brasa encendida.
  • Fresca, sorprendentemente ligera (con tanto grado la esperaba potentísima); amargor muy contenido que se va haciendo conspicuo después de tragar y que se mantiene en la boca durante mucho tiempo.
Insisto: cuidado, que emborracha.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Bar Tomate Madrid

Saludos a todo el mundo,

Con el jueves llega la tan anticipada reseña de restaurantes. El de hoy -Bar Tomate Madrid (hay otro en México DF)- es uno con varias virtudes: abre todos los días de la semana, tiene un horario muy amplio que empieza dando desayunos y termina con copas después de la cena (el finde tiene hasta DJ), tienen algunos platos que se pueden tomar a cualquier hora aunque la cocina haya cerrado, es coqueto, espacioso y no especialmente caro. También tiene algunos inconvenientes, claro: como está de moda es fácil que se llene hasta los topes y no admiten perros (ya sé que esto pasa en muchos sitios, pero a mí me da bajón que no me dejen llevar al mío, qué le voy a hacer).

Pertenece al grupo catalán Tragaluz y está decorado por el equipo de Sandra Tarruella (que es de la familia y decora todos los locales del grupo). Interiorista de renombre, se ha encargado, aparte de los locales de Tragaluz, del Celler de Can Roca, uno de los mejores restaurantes del mundo (el año pasado la revista Restaurant lo eligió como el mejor, este año está en el segundo puesto). En la misma calle del Bar Tomate hay otro local decorado por este equipo: La Carta de Vinos, una enoteca en la que trabajé hace unos años. Sabéis que no suelo hablar de interiorismo, pero creo que, en este caso, es claramente un valor añadido del local.

La sala principal. Lo de que se vean, en plan industrial, el tubo de ventilación o los cables de las lámparas es muy del estilo de Sandra Tarruella. También los paneles de madera de la pared derecha.


La sala interior. Más tranquila que la principal, pero sin luz natural.


Venga, no me enrollo más. Vamos a ver algunas de las cosas que se pueden comer en este restaurante:

Espárragos rebozados con romesco: uno de los platos que se pueden tomar a cualquier hora. La calidad de la materia prima marca la pauta, claro. Por cierto, hay que ver cómo lo está petando últimamente la salsa romesco, está en todas partes. A ver si nos van a cansar...


Yemas de espárragos de Navarra con salsa bearnesa: ¡Toma espárragos gruesos! Qué bestias, y qué ricos. Como el plato anterior, también este está disponible a todas horas.


Sardinillas con pa amb tomàquet: haciendo honor al nombre del local, hay muchos platos en la carta a base de tomate, todos muy cuidados y con materia prima de gran calidad. Aquí tenemos un ejemplo, que homenajea también las raíces catalanas del grupo. Las sardinillas están estupendas, y se acaban enseguida.


Merluza de pincho a la plancha con tomate y tapenade: otro plato en que está presente el tomate, en este caso pelado y a la plancha, acompañado de calçots. Tapenade es esa salsa marrón que veis. Es típica de la Provenza, en el sur de Francia, y se elabora con oliva negra, alcaparras y anchoas picadas con aceite de oliva. Deliciosa.


Steak tartar con helado de wasabi: con todo lo amante del tartar que soy, aquí el golpe lo da el helado de wasabi (esa salsa verde que acompaña el sushi y que pica como un demonio a través de la nariz). Se puede mezclar con la carne o tomar solo, intercalando bocados.
Por cierto, el pan de pizza me recuerda que tienen multitud de ellas en la carta. Hay una con trufa que perfuma mogollón, cada vez que salía una del horno me enteraba desde mi sitio.


Tabla de quesos con mermelada de tomate: debo decir que aquí pinchan un poco, la verdad. Si bien la mermelada de tomate (de nuevo, haciendo honor al nombre del local) es muy rica, los quesos no son especialmente llamativos. Entendámonos, son todos correctos, pero demasiado suaves y con escasa personalidad. Una lástima.



Bar Tomate Madrid
Jefe de cocina: Hernán Parejas
Fernando el Santo 26, 28046, Madrid
+34 917 023 870
http://grupotragaluz.com/restaurante/bar_tomate/
Precio medio: 40 €

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Westmalle tripel

Hola, queridos seguidores míos,

No sé si lo recordaréis, pero la primera entrada práctica (es decir, la primera cata) de este maravilloso blog fue acerca de la Westmalle dubbel, una de las dos cervezas que elaboran los monjes de esta abadía. Al día siguiente catamos la misma cerveza en formato de 75 cl y, desde entonces, no habíamos vuelto por allí. Pues bien, ha llegado la hora, y nos vamos a acercar a probar la otra birra: Westmalle tripel.

Ya os he contado un montón de veces que son precisamente los de Westmalle los que se inventaron esta nomenclatura de cerveza doble y cerveza triple, refiriéndose, respectivamente, a una ale parda, dulzona, sin amargor y de grado alcohólico sobre 7%; y a una ale rubia, algo menos dulzona, algo más amargosa y con un grado de 9,5%. Tuvieron tanto éxito que no tardaron en salir imitadores, y hoy se habla de dubbel y de tripel con total normalidad para referirse a cervezas de muy distintos elaboradores.

Estos son los campos de cultivo de la abadía de Westmalle, que puede verse al fondo.


Westmalle tripel. Cerveza trapense belga. 9,5%
Catada el 21 de septiembre de 2014.
  • Amarillo pálido algo turbio, con abundante carbónico y abundantísima crema nívea muy consistente.
  • Intensidad aromática elevada: plátano, masa de pan, hoja de higuera, lemon curd*, un punto de galleta. Una nota balsámica clara e interesantísima de menta fresca.
  • Viva, punzante, de paso marcado. Final amargoso de persistencia media. Muy grande.
Una cerveza magistral. En Poncelet Cheese Bar (en la foto) la eligieron muy acertadamente para maridar con sus quesos. A decir verdad, en la abadía también elaboran quesos trapenses (de vaca).


*Lemon curd: postre tradicional inglés elaborado con limón, yema y azúcar. Muy típico con panecillos para acompañar el té de las cinco. Tiene un aroma muy particular, una especie de mezcla entre natillas (sin canela) y limón.

martes, 23 de septiembre de 2014

Torre Muga 2009

Buenos días por la mañana,

Mi tío y yo tenemos la costumbre semanal de comer juntos en su casa y después ir a ver una película, y ayer llegamos a nuestro centésimo largometraje juntos.

Aquí estamos tío y sobrino a la salida de nuestra peli nº 100.
[Diez años después de que se publicara esta entrada, estando ya en 2024, me sorprende que nadie se haya dado cuenta de que Leonor Watling también sale en la foto].

Para celebrar tan señalada ocasión llevé un Torre Muga del año 2009, un vinazo de La Rioja que no se salta un galgo. Es uno de los llamados vinos de alta expresión, en los que cada aspecto se cuida con mimo: fermentación en depósitos de madera (no de acero) con levaduras indígenas y de forma espontánea, crianza en barricas nuevas de roble francés, clarificación con clara de huevo (no apto para veganos)... Botella troncocónica plomada, corcho de una sola pieza con la añada grabada, etc. Detalles significativos que auguran un gran vino.

Es un polivarietal compuesto fundamentalmente por tempranillo, con aportes de mazuelo (15%) y graciano (10%). Un vino con mucha extracción, por lo que no le viene mal en absoluto ser decantado antes de beber. Aunque ayer estuvo riquísimo, todavía podíamos haberlo guardado varios años más sin problemas (pero es que ayer es cuando llegamos a las 100 películas, no os olvidéis).

Torre Muga 2009
Bodegas Muga SL
DOC Rioja
14,5%
Catado el 22 de septiembre de 2014.
  • Picota muy cubierto con ribete cardenalicio.
  • Fruta negra (arándano, mora, grosella negra), tabaco, piel de naranja, rosa, pizarra...
  • Suave, con buena acidez fresca que equilibra una marcada tanicidad elegante. Persistente, muy rico.
Hay que predicar con el ejemplo: ayer lo decantamos antes de beberlo.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Gouguenheim syrah 2006

Buenos días a todos,

No hemos catado hasta ahora ningún vino argentino, y hoy voy a ponerle remedio a tamaña carencia. Eso sí, no voy a empezar por un vino de la muy patria uva malbec, sino por un syrah. ¿Por qué? Por escapar un poquito del tópico que asocia vino argentino con malbec, que ya cansa. Aunque probaremos vinos de esa uva, claro que sí, tiempo al tiempo.

El vino que hoy nos ocupa lo llevé a casa de mis tíos Teresa y Pepe hace ya tres años largos, un día que fui a comer con ellos. Es una costumbre que, por suerte, seguimos manteniendo una vez a la semana (aunque ahora ya solos mi tío y yo, tristemente). Hoy voy a comer con él, así que es posible que cuando estéis leyendo esto, estemos él y yo sentados a la mesa. Le daré recuerdos de vuestra parte y ya os contaré qué vino le he llevado (seguramente os lo cuente mañana).

Volviendo al vino de hoy, es originario de la región de Mendoza, zona célebre por sus vinos; dentro de esa región se ubica, a su vez, en la Indicación Geográfica (IG) Valle de Uco, que tiene fama de ser una de las mejores regiones vinícolas del país. Los viñedos de los que viene la uva que da lugar a este vino están a 1200 m de altitud y se ven regados por el deshielo de la cordillera andina.

Gouguenheim syrah 2006
Bodega Gouguenheim Valle Escondido
IG Valle de Uco
14%
Catado el 14 de marzo de 2011.
  • Cereza cubierto con ribete cardenalicio.
  • Aromas muy golosos: arrope, pasas, moras, prunas, nueces...
  • Suave, poco envolvente y de paso rápido. Potente, aunque no muy persistente.

La foto no es mía, que estaba de parranda. Ya sabéis que en aquellos tiempos no las tomaba, así que la he sacado de Internet. Eso sí, coincide hasta la añada.
Por cierto, este vino acompaña de maravilla batatas y boniatos, que son lo mismo (Ipomoea batatas).


domingo, 21 de septiembre de 2014

Jacquesson Avize 1997

Hola, amiguetes,

Llevábamos algún tiempo sin catar un espumoso, así que vamos a tirar la casa por la ventana. Vamos con un grand cru de Jacquesson, que tiene fama de haber sido la casa de champagne favorita del mismo Napoleón. En este caso la uva viene toda de Avize, la comuna que dio origen al blanc de blancs, es decir, al champán elaborado solo con uva chardonnay (técnicamente podría estar elaborado con alguna otra de las -rarísimas- uvas blancas autorizadas en la Champaña, tales como pinot blanc o arbane). Dentro de esta comuna, viene, en concreto, del terruño de Champ Caïn, una zona muy calcárea que se adapta como un guante a las características de la chardonnay.

Jacquesson, que se fundó en 1798, tiene en su haber cuatro grands crus, de los cuales el más reputado es el que ocupa hoy nuestra atención. En este momento las añadas que tenemos por ahí son la del 2002 y la del 2004, que rondan los 160 eurípides; no quiero ni pensar lo que costará una botella del 97, que es la que vamos a probar hoy. La bebí con mi amigo Carlos en abril de 2011, cuando el vino ya tenía casi 14 años; y llegamos a la conclusión de que, magnífico como era, aguantaría otros tantos y seguiría mejorando. Hay quien compra un gran vino cuando tiene un bebé, con la idea de guardarlo hasta el día de su 18º cumpleaños: esta sería una gran elección en ese sentido.

Jacquesson Avize Grand Cru 1997 extra brut
Jacquesson & Fils
AOC Champagne
12%
Catado el 15 de abril de 2011.
  • Amarillo dorado intenso con irisaciones verdosas y abundante carbónico (tanto las irisaciones como las burbujas son síntomas de juventud).
  • Intensidad aromática elevada: membrillo, miel, níspero, pan tostado, nueces, flores blancas...
  • Fresco, envolvente, punzante, largo. Muy agradable, un gran vino.
Espero que me disculpéis por no tener foto propia, ya sabéis que por aquel entonces me limitaba a catar y rara vez fotografiaba (un fallo por mi parte). 
La foto la he sacado de Google tecleando el título de esta entrada. No tiene mucha resolución pero está bien compuesta.



sábado, 20 de septiembre de 2014

Rochefort 8

Saludos, colegas,

A principios de junio catábamos la Rochefort 6, la más esquiva de las cervezas de la abadía de Saint-Rémy; hoy vamos a catar la Rochefort 8, la más habitual de dicha abadía. Es, con diferencia, la de mayor producción y, a día de hoy, la única que viene en formato de 75 cl además de 33 cl (aunque vamos a catar el tercio).

Empezó siendo una cerveza que los monjes elaboraban exclusivamente en Navidad, pero tuvo un éxito tan grande que decidieron elaborarla el año entero. Efectivamente, es la cerveza más exitosa que tienen, y se puede encontrar incluso en establecimientos generalistas (por ejemplo en Alcampo). Pese a la elevada producción, sigue manteniendo una calidad excepcional, es una cerveza formidable.

Aquí tenéis la fachada de la iglesia de la abadía...


...y aquí el interior de la misma.


Es fácil pensar, cuando se ve que las cervezas de la abadía se denominan 6, 8 y 10, que serán, respectivamente, una dubbel, una tripel y una quadrupel. Pues bien, aunque la 6 es, en efecto, una doble; y la 10, a su vez, una cuádruple, resulta que la 8, la que estamos catando hoy, no es una triple. Los números derivan de la densidad relativa original del mosto previa a la fermentación; es verdad que la 6 es la menos alcohólica y la 10 la que más alcohol tiene (hasta ahí coinciden con doble, triple y cuádruple), pero el estilo de la 8 no es el de una triple canónica.

Os recuerdo que estas denominaciones, típicas de las cervezas de abadía belgas, empezaron en Westmalle, donde fabrican una doble y una triple. La cuádruple llegó después, de la mano de La Trappe. La doble es una cerveza oscura, dulzona, sin apenas amargor, con un grado alcohólico en torno al 7%. La triple es de color claro (rubia), menos dulzona aunque también sin demasiado amargor, y con un grado en torno a 9%. La cuádruple vuelve a ser oscura, con cierto dulzor, de nuevo sin amargor (en esto coinciden todas) y con un grado por encima de 10%. 
 
¿Qué pasa con Rochefort 8? Pues que es oscura y tiene un dulzor muy acusado. Eso sí, con 9,2% de alcohol. Así que organolépticamente está más cerca de una doble (o incluso de una cuádruple) que de una triple, pero etílicamente está en el territorio de la triple. Durante bastante tiempo los de Rochefort la llamaron Spéciale, lo que ya nos da una idea de que no es una cerveza corriente. En algunas páginas de Internet la etiquetan como triple por comodidad, aunque lo más normal es que pongan Belgian strong ale y se queden tan panchos (esa denominación vale para todas las de la abadía, a fin de cuentas).
 
Vamos a probarla. Esta la he catado nada menos que tres veces, con casi dos años de separación entre la primera y la última, así que nos podremos hacer una idea bastante buena de sus características.

Rochefort 8. Cerveza trapense belga. 9,2%.

Catada el 7 de enero de 2013 (1ª cata):
  • Ámbar oscuro cubierto, con burbuja muy fina. Crema color marfil, abundante, espesa y compacta.
  • Caramelo, rúcula, cáscara de limón, hoja de plátano.
  • Potente, punzante; final largo con notas de corteza de pan.
Catada el 3 de marzo de 2014 (2ª cata):
  • Ámbar parduzco cubierto. Turbia. Crema color hueso muy consistente.
  • Muy aromática: plátano, miel, masa de bollería, caramelo, hoja de higuera, chocolate.
  • Potente, dulzona, envolvente, de paso muy marcado. Final largo, con notas de corteza de pan.
Catada el 19 de septiembre de 2014 (3ª cata):
  • Color miel parduzco. Capa cubierta. Crema marfil muy abundante y consistente.
  • Intensidad aromática elevada: galleta, naranja, caramelo, plátano, miel.
  • Muy potente. Dulzona, con paso marcado umami y final muy largo sin amargor.
Resumiendo: como podéis ver bien en la foto, es una cerveza de color pardo-ambarino, muy cubierta y con una crema muy abundante y espesa. Los aromas son muy intensos: siempre aparecen los de caramelo, los de plátano y los secundarios (corteza de pan, bollería, galleta), y son frecuentes los de cítricos (cáscara de limón, naranja) y los de miel. En boca se muestra potente (con 9,2% no podía ser de otro modo), dulzona, de paso marcado y final largo, sin amargor acusado. Es riquísima, para beber sola o como cerveza de postre. Y con cuidado, porque emborracha.
 
Espero que la disfrutéis. Un abrazo.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Mahou clásica 100 cl

Damas y caballeros,

Pónganse en pie para recibir a Su Majestad... ¡La Litrona!

Bebida en copa Riedel y no a morro, toma ya.

¿Quién no conoce -al menos en España- la litrona de Mahou clásica? La gran compañera en botellones, bancos, parques y fiestas de amigotes; presente en la balda inferior de las puertas de tantísimas neveras, vendida en todo tipo de comercios por precios fráncamente asequibles.

Durante décadas la he asociado al estándar de cerveza, la vara de medir por la que se rigen todas las demás. Es una cerveza increíblemente denostada, ligada en el imaginario popular a lo más barato: cualquier otra, suele pensar la gente, es mejor; ya sea su hermana 5 estrellas, ya sea su compañera San Miguel, ya sean la holandesa Heineken o la danesa Carlsberg. Y ¿sabéis una cosa? He llegado a la conclusión de que ninguna de ellas es mejor que nuestra bienamada litrona. Y eso que, en un tiempo, yo también la tuve asociada a sinónimo de poca cosa. 

No es raro hacer esa asociación de ideas si es la cerveza más barata que te podías encontrar en tiempos, cuando ibas a la bodega del barrio a comprar priva para beber en el parque con los colegas. No tenías más que los cuatro duros de la paga pero querías ir con los colegas a tomar algo; conclusión: ni bares ni discotecas, todos al parque, que es gratis. En concreto, todos a un banco del parque, sentados en el respaldo y los reposabrazos (nunca en el asiento) y, como no cabemos todos, nos vamos turnando. Mola mucho cuando hace buen tiempo; en invierno o con lluvia es un horror, claro.

¿Qué llevabas? Tenía que ser barato y abundante, con alcohol y fácil de beber. Lo de barato deja fuera de lugar los combinados, ya de entrada. Y lo de fácil de beber descarta para muchas ocasiones el otro monarca de los botellones: el kalimotxo, que supone el engorro de tener que mezclar el brik de vino con la cola (comprar vasos de mini, también llamados macetas o katxis, suponía un gasto adicional). Además, añadir hielo es otro engorro. Finalmente, el aspecto de abundante elimina otras cervezas que no vengan en formato de litro, porque hay que cargar con mucho vidrio o metal que no se bebe pero supone una incomodidad. Conclusión: litronas.

Pero, claro, bebías a morro, pasando la botella de mano en mano, sin prestarle atención. Solo sabías que se dejaba beber y que cumplía su función. Después, cuando empiezas a salir por bares y discotecas, resulta que quieres probar cosas nuevas (es decir, todo menos la litrona) y reniegas de tus orígenes. Cualquier cervecilla con buena mercadotecnia te parece mejor (incluida la autocompetencia de Mahou 5 estrellas) y dejas la litrona.

Pues bien, un día, no hace mucho, decidí catar una litrona. Catar, no pimplar: dejar la botella fría pero no demasiado, servirla en copa y analizar colores, aromas y sabores. Y me llevé la mayor sorpresa que me he llevado nunca catando. Resulta que estamos ante una grandísima cerveza, como ahora veremos. Eso sí, ya os aviso de que esta cata es para la litrona exclusivamente, las cosas cambian mucho en los botellines o, sobre todo, en las latas. La relación volumen de bebida / superficie de la botella es muy importante a la hora de catar, y en una litrona se maximiza, mientras que en un botellín se minimiza. Por su parte, el metal de la lata sí altera el olor y el sabor.

Mahou clásica. Lager española. 4,8%. Botella de 100 cl.

Catada el 11 de marzo de 2014 (1ª cata):
  • Amarillo dorado muy abierto, con crema nívea poco persistente.
  • Intensidad aromática baja: pan, rúcula, miel.
  • Carbónico punzante. Viva, con buena acidez. Paso metálico. Final amargoso y sorprendentemente largo con notas de corteza de pan.
Catada el 6 de septiembre de 2014 (2ª cata):
  • Dorado pálido abierto, crema nívea.
  • Intensidad aromática media-baja: mantequilla, palomitas de maíz, pan tostado.
  • Suave, fresca, bien estructurada. Ataque punzante, final largo y de amargor contenido, con notas secundarias.
A partir de las dos catas obtenemos una cerveza dorada, abierta, de crema nívea (acordaos de que esa es la forma pedante de decir muy blanca). No nos engañemos, no es una cerveza con mucha intensidad de aromas, pero los que tiene son agradables si les dejamos obrar y no nos dedicamos a privar como mercenarios: notas evidentes de pan, hierbas amargas, mantequilla (muy agradable) e, incluso, palomitas. En boca también es mucho más de lo que solemos permitirle: tiene un carbónico duradero y una acidez viva (dos cosas que permiten que siga rica durante el botellón hasta el final, cuando ya está caliente y agitada de tanto pasar de mano en mano), el amargor, destacado, no es agresivo y, tal vez lo que más me chocó, la persistencia es mucho más elevada de lo que nunca hubiera dicho.

Para mí fue toda una doble lección: en primer lugar, de la diferencia entre catar y pimplar, que no tienen nada que ver más allá de la ingesta. En segundo lugar, del poder de la sugestión y los clichés. Me alegro de haberme reencontrado con mi apreciada litrona, y espero que después de leer esto la miréis con otros ojos. Además, está en todas partes y es baratísima (el precio más alto que he pagado es 1,5€ por una fría y después de cerrar los demás comercios).

Gracias por vuestra atención. Un abrazo a todos.

jueves, 18 de septiembre de 2014

La Sucursal

Muy buenas; otro jueves, otra reseña gastronómica.

En la ciudad de Valencia, de cuya belleza ya he hablado en alguna ocasión, está el IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno), el primer centro de arte moderno que se abrió en España, allá por 1989.

Escultura de Juan Ripollés en las escaleras de acceso al IVAM.

En la primera planta del museo, con acceso independiente desde la calle, se ubica el restaurante La Sucursal, que cuenta con una estrella Michelin entre otros galardones. Cocina a la vista, muy pocas mesas (con gran separación) y un servicio muy esmerado. Mi padre y yo cenamos allí en enero de 2013, y estos fueron los platos:

Atentos a los aperitivos, que son tropecientos: oreo de oliva negra y hummus (un homenaje salado a la centenaria galleta de chocolate y crema de la marca Nabisco), cristal de remolacha, tomate cherry tempurizado, bocadito de foie, mousse de mejillón con hueva de trucha, airbag de guacamole (esa especie de empanadillas de color blanco que están en la pizarra) junto a varios aperitivos más.


Lomo de caballa con romesco de almendras y brotes: un plato muy regional. Entre los brotes hay calçots.


Huevo de corral asado a baja temperatura con espárragos y emulsión de atún: en enero del año pasado el huevo a baja temperatura estaba en pleno auge, y te lo ponían hasta en la sopa (como es el caso). Que un plato se repita constantemente revela poca imaginación, es cierto, pero lo más importante es que esté bien cocinado, y ese era el caso, afortunadamente.


Bacalao con alubias y parmesano: además del plato (las alubias y el queso están bajo la tajada de bacalao) podéis ver la cazuelita en la que traen la mantequilla para el pan, y una de las copas de vino con las que maridan cada plato si elegís esa opción (como fue mi caso; mi padre no, que no bebe).


Royal de buey en jugo de rabo de toro con ñoqui de polenta y queso azul: el ñoqui, que era uno solo, lo podéis ver, pequeñito, a la derecha. Al ser de queso azul, con uno bastaba para aportar aroma y sabor contundentes que contrapesaran los de la carne. Un plato muy interesante. Y qué foto más maja me quedó, ahora que me fijo.


Tarte Tatin con helado de manzana asada y yogur de eucalipto: Tatin es un estilo francés de tarta de manzana caramelizada que se elabora poniendo en el horno las manzanas debajo y la masa encima (luego se le da la vuelta al servir).
El vino dulce es un PX Ximénez-Spínola, del que hablamos hace bien poco. Era la primera vez que lo probaba, y me encantó.




La Sucursal
Jefe de cocina: Jorge Bretón
Guillem de Castro 118, 46003, Valencia (IVAM, 1ª planta)
+34 963 746 665
http://www.restaurantelasucursal.com/
Menú degustación: 55 €

(Actualización a 27 de octubre de 2016: desde hace bien poquito este restaurante se ha mudado del IVAM al edificio Veles e Vents, en la Marina Real Juan Carlos I. Echadle un vistazo en esta entrada).

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Olivares dulce monastrell 2010

Buenos días a todo el mundo,

Con el vino que traigo hoy consigo equilibrar las entradas relativas a cerveza y las relativas a vino, que estaban un tanto escoradas hacia el primer campo. Así que, a partir de ahora, la idea es que vayan alternándose con igualdad.

Vamos a catar un vino de postre, igual que anteayer, pero no del marco de Jerez, sino de Jumilla, en Murcia. Allí la uva imperante es la monastrell, una variedad tinta que resiste como pocas el calor del sur de España (y que va a ir ganando terreno conforme las temperaturas al alza de la península provocan que las variedades que aguantan peor el calor se vayan desplazando hacia el norte, fenómeno que lleva ocurriendo varios años ya).

La bodega Olivares no solo emplea variedades locales, sino también levaduras autóctonas, conservando toda la tradición de la región. Para su dulce usan cepas viejas en las que la fruta se cosecha tardíamente, para asegurarse una mayor concentración de azúcares. No hay paso por barrica, pero sí envejecimiento en botellero durante, al menos, dos años.

Olivares dulce monastrell 2010
Bodegas Olivares SL
DO Jumilla
16%
Catado el 14 de septiembre de 2014.
  • Picota muy cubierto, con ribete cardenalicio.
  • Aromas intensos de dulce de membrillo, arrope, guayaba y algarroba.
  • Dulce, fresco, graso, con un final largo entre umami y amargoso.
Marida muy bien con quesos fuertes, doy fe de ello.
Como siempre, gracias por vuestra atención.

martes, 16 de septiembre de 2014

La Cepa de Oro reserva 1995

Alguna vez os he explicado lo que se entendía por un vino clásico; por si acaso no os quedó claro os traigo hoy un requeteclásico de fliparlo. Vamos, que más clásico es difícil llegar a ser.

Lo elaboran los de Bodegas Bilbaínas, que son responsables de un clasicazo como Viña Pomal, en La Rioja Alta, conocidísimo y muy tradicional. También están detrás de La Vicalanda o de Viña Zaco.

Este Cepa de Oro es un vino que sacan por cupo, destinado a clientes específicos. Corte muy añejo, a la antigua usanza, destinado a aquellos a los que los cambios de los últimos 50 años les parecen fuera de lugar. Prestad atención y sabréis lo que es un vino clásico. Vamos allá:

La Cepa de Oro reserva 1995
Bodegas Bilbaínas SA
DOC Rioja
13%
Catado el 15 de septiembre de 2014.
  • Pardo-granate con ribete teja. Muchos posos.
  • Intensidad aromática media-alta: arrope, caramelo, confitura de frambuesa, cuero, tierra húmeda... Flores marchitas, tinta china, oliva negra.
  • Suave, fresco, equilibrado, ligero. Final breve con muy poca presencia de los taninos.
Recapitulando las notas de vino clásico: grado alcohólico bajo, colores que denotan oxidación (pardos, naranjas), aromas de evolución (confituras, marchitez, tierra); escasa tanicidad, marcada acidez, persistencia baja. Llama la atención que la intensidad aromática sea alta, eso no es propio de un clásico (pero se agradece).

lunes, 15 de septiembre de 2014

Ximénez-Spínola

La bodega Ximénez-Spínola, en Jerez de la Frontera, solo produce un vino, con el mismo nombre que la propia bodega. Se trata de una empresa familiar, pequeña, con una producción que nunca sobrepasa las 12000 botellas (el año pasado no llegó ni a 10000), cada una de ellas numerada.

Toda su plantación es de uva pedro ximénez, y toda ella se deja pasificar al sol, a la antigua usanza (con rendimientos del 30% tan solo). Para madurar el vino utilizan barricas de roble americano muy usadas, con el ánimo de envejecerlo solo por efecto de la microoxigenación a través de los poros de la barrica y no por adición de taninos de la madera. Su sistema de criaderas y soleras llega a los cinco pisos, y el resultado final es un vino de postre nigérrimo, dulce sin resultar empalagoso, potente sin ser astringente, largo sin llegar a cansar. Una delicia.

Ximénez-Spínola
Bodegas Ximénez-Spínola SL
DO Jerez-Xérès-Sherry
15%
Catado el 14 de septiembre de 2014.
  • Negro cubierto, con ribete yodado y abundante lágrima.
  • Intensidad aromática elevada: dátiles, pan de higo, algarroba, miel de caña, café.
  • Graso, dulce, potente. Con acidez fresca suficiente para equilibrar el dulzor, y final muy prolongado.
Como buen vino de postre, va de maravilla con el café. Fijaos qué negro es.
La foto está tomada en la terraza del hotel Santo Mauro, en Madrid.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Steinburg 100% malta

Buenos días en domingo,

Durante esta semana no he prestado demasiada atención a las cervezas; esto se debe a que durante las anteriores el vino se había ido quedando atrás respecto a ellas y he querido compensar un tanto. Pese a que todavía sigue habiendo alguna entrada más de cervezas que de vinos, me parece que los amantes de la birra se merecen no seguir esperando, así que vamos allá.

Una nueva cerveza de marca blanca, en este caso de Mercadona, para seguir atendiendo la petición de uno de mis infinitos tres seguidores, que me pedía más catas de cervezas de este tipo.

Está elaborada en exclusiva para Mercadona por Brasserie Champigneulles, sita en la población francesa homónima, al nordeste del país, en la región de Lorena. La cervecera, fundada a finales del s. XIX, solo tiene dos marcas propias (Grande blonde y Blonde d'abbaye), pero colabora con Mercadona desde 2010 bajo la marca Steinburg, y me da en la nariz que les va mejor con esta marca blanca que con la suya propia, al menos en términos de facturación. Ojo, es una impresión, no me baso en datos oficiales.

Pese a ser una cerveza sencilla, está bastante rica. Y por 50 centimos el tercio, resulta una opción a tener muy en cuenta si no andáis muy sobrados de pasta (como el que suscribe).

Steinburg 100% malta. Lager francesa. 5,5%
  • Dorado ambarino, de capa abierta, con crema consistente y abundante de color marfil.
  • Intensidad aromática media: hierro, corteza de limón, pan, un punto de plátano.
  • Carbónico punzante. Algo dulzona, con cuerpo medio. Amargor contenido. Breve.
 Este elefantito se apunta a todas...

sábado, 13 de septiembre de 2014

Corte Chica rosado

Hace algún tiempo catamos la versión en blanco del vino que os traigo hoy; vamos, pues, con la vertiente rosada. Igual que ocurría entonces, se trata de un vino sin añada (aunque ya os digo yo que es del 2013).

Estamos ante un rosado canónico desde la presentación: botella de vidrio transparente, sin ningún color que proteja de la radiación: está pensado para que apreciemos bien el color, sin matices, y no para durar mucho tiempo. Hay que beberlo durante la temporada actual: si dejamos pasar un año se habrá venido abajo inevitablemente.

Sencillo, sin pretensiones ni complejos, para tomar mientras charlamos o para acompañar barbacoas al aire libre o platos varios que normalmente se darían de tortas con cualquier otro vino (platos como quesos o ensaladas): precisamente como no tiene pretensiones, tampoco pasa nada por enfrentarlo a alimentos que lo desvirtúen tanto a él como a otros vinos. Catémoslo:

Corte Chica rosado
Cooperativa San Isidro
DO Manchuela
14%
Catado el 12 de septiembre de 2014.
  • Rojo fresa brillante con ribete grisáceo, de capa abierta, con ligeras burbujas (restos de carbónico)*.
  • Gominola de frambuesa, fresas con nata, un punto de sandía.
  • Punzante*, ligero, no demasiado fresco. Final excesivamente tánico para lo ligero que es.





* Cuando un vino se embotella demasiado pronto pueden quedar aún levaduras vivas que sigan fermentando dentro de la botella. Al estar cerrada, el dióxido de carbono que liberan no se pierde en la atmósfera y, de ese modo, vinos teóricamente tranquilos pueden tener, como en este caso, algo de aguja.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Sanguinhal aragonez 2006

Hola, resalaos,

Podéis acusarme de lusófilo, y me declararé culpable. Portugal me gusta mucho y voy cada vez que puedo, y últimamente me estoy dedicando mucho a sus vinos. Debo decir, empero, que hay un motivo añadido: tengo muchas fotos de los lugares en qué conseguí dichos vinos, por lo que puedo enriquecer la entrada y hacerla más amena para todos vosotros que limitándome a catar un vino de un sitio en el que no haya estado.

Además, considero que los vinos portugueses son una maravilla desconocida, con una calidad excepcional que no tiene nada que envidiar a los vinos españoles, franceses o italianos, y con la ventaja añadida de resultar mucho más económicos (sobre todo que franceses e italianos, que suelen ser francamente caros). Dicho esto, vamos a catar un vino que compré en mi segunda visita a Sintra.

Sintra es una pequeña población cercana a Lisboa que parece sacada de un cuento de hadas. Además de haber sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es un tesoro escondido relativamente cercano a nuestras tierras y que tiene en cada rincón algo que visitar. Lo más famoso de todo es el Palácio da Pena, un palacio decimonónico romántico flipante que debemos al empeño del rey consorte Fernando II (de Portugal, claro). El palacio es como cuatro en uno, una especie de película de dibujos animados hecha realidad. Mola mil.

Aunque dificulta un pelín la visión del conjunto, creo que la bruma aporta valor al estilo romántico del palacio.


Otra de las visitas clásicas cuando se va a Sintra es el Castelo dos Mouros, cercano al palacio y construido por los musulmanes durante los siglos VIII y IX. Todo el castillo, y en particular su muralla, está construido adaptándose al terreno, lo que le confiere una forma orgánica, natural.
Por increíble que os parezca, esta foto está tomada el mismo día que la anterior. En esta zona la niebla va y viene en un santiamén.


Por cierto, desde el castillo se tienen unas vistas espléndidas de la urbe de Sintra. Como muestra, un botón:



Aunque quizás me termine extendiendo un tanto en este panorama turístico sintrense, no quiero dejar de hablaros de la Quinta da Regaleira, otro lugar romántico impresionante, en el que disfruté como si fuera un niño (es más, creo que si vais con críos debería ser el primer lugar al que encaminaseis vuestros pasos). Lo que más merece la pena, a mi juicio, son los jardines, llenos de detalles (muchos de ellos ocultos). Grutas, cascadas, laberintos, pasadizos, estatuas escondidas... un pasote.

Aquí me tenéis en un lugar que ilustra perfectamente lo que os contaba: en los jardines, al salir de un pasadizo escondido, nos encontramos con que la única vía para atravesar el lago en el que desemboca una cascada son esas piedras dispuestas estratégicamente. No me digáis que no es la bomba.


Bueno, creo que ya os habéis hecho una idea de lo maravillosa que es Sintra. Id. Volved. Llevadme.
En esta última visita que hice (han pasado ya cuatro años, cómo vuela el tiempo), compré un vino en una tiendecita de la plaza de la República; se trata de un vinho regional de Lisboa, 100% aragonêz (recordaréis que ese es el nombre que recibe la tempranillo por aquellos lares; por alguna razón en esta bodega no le ponen el acento circunflejo) con seis meses de crianza en barrica de roble francés. A catarlo:

Sanguinhal aragonez 2006
Companhia Agrícola do Sanguinhal, Lda.
VR Lisboa
13,5%
Catado el 30 de junio de 2010.
  • Rubí abierto con ribete cardenalicio.
  • Relativamente sencillo, pero con personalidad: frutas rojas (granada), regaliz, vainilla.
  • Ligero, bien ensamblado. Taninos nobles. Persistencia media, con notas de oliva negra.
Como me suele suceder con estos vinos catados hace tiempo, me ha tocado sacar la foto de Internet. 
Eso sí, es clavado al que tomé, hasta en las pegatinas de los galardones obtenidos.



jueves, 11 de septiembre de 2014

Sergi Arola Gastro

Saludos al mogollón de seguidores que tengo (a los 7 u 8, a todos),

La entrada de hoy la voy a dedicar a un restaurante madrileño muy reputado, el Gastro, del chef Sergi Arola, quien tiene multitud de proyectos salpicados aquí y allá, unos de mucho prestigio y otros más asequibles. Su portaestandarte es del que os voy a hablar hoy, que cuenta con dos estrellas Michelin. Ya os aviso: la entrada va a ser larga, y viene preñada de fotos. Perdón si tarda en cargar.

Arola empezó a ser conocido cuando regentaba el restaurante de lujo La Broche, en el también madrileño Hotel Miguel Ángel, restaurante hoy desaparecido. En la capital ha tenido varios proyectos diferentes, muchos ya inactivos, como una bocadillería de diseño (Paninoteca d'E), la primera cafetería del edificio Nouvel en el museo Reina Sofía; la coctelería-restaurante Le Cabrera (en colaboración con varios socios más) o los -estos todavía activos- restaurantes Vi Cool, desenfadados y más baratos. Los mejores, con diferencia, La Broche y Gastro (también los más caros, aunque no exageradamente).

Bien, vamos con el Gastro. He estado dos veces, ambas a mediodía, cuando tienen una opción de menú muy interesante de precio. Como en todos estos sitios, lo más caro es cenar y lo más barato comer entre semana. Un aspecto muy interesante: aceptan descorche. Las dos veces hemos llevado nuestro propio vino. Empecemos:


Para empezar, un vermouth en espuma con gelatina de naranja y ginebra. Es decir, un cóctel Bronx deconstruido. Como buen discípulo de Ferran Adrià, a Arola le gusta deconstruir, y es típico que, de entrada, el aperitivo consista en un cóctel reducido a espuma y gelatina. Lo interesante es que, al llevártelo a la boca, tienes el mismo sabor del cóctel pero con una textura totalmente diferente. 
La otra vez que estuve nos puso, en lugar de un Bronx, un Dirty Martini (como un Dry Martini con un chorretón de salmuera).


Pincho de tortilla y yema, sandwich de anchoa y mousse de aceituna: otros clásicos de Sergi. La tortilla se explica sola; el otro es una inversión de la clásica aceituna rellena de anchoa: obleas de caramelo de anchoa rellenas de mousse de oliva.


Las bravas de Arola: el plato emblemático de Sergi. Algo tan sencillo como pequeños cilindros de patata frita rellenos de salsa brava y coronados por salsa alioli. Pues lo han petado, tanto que son su plato más conocido. Allí donde tiene algún proyecto este hombre, te las encuentras: en mi caso las he comido, además de en Gastro, en Vi Cool y en Le Cabrera.


Alcachofas en texturas con helado de parmesano y albahaca: sabores muy italianos con mezcla de temperaturas y texturas.


Gnocchi caseros al pesto: otro plato italiano. Da gusto comer pasta casera, hecha en el mismo local. Tengo que avisaros: los platos del menú cambian con frecuencia, así que es posible que no encontréis los que aparecen aquí. Eso sí, los aperitivos y un postre que veremos luego son fijos de la carta.


Escabeche tibio de pescado de roca con menestra de verduritas: podéis ver que los platos del menú suelen ser reinterpretaciones de platos comunes en todas las casas. Me parece una idea muy buena; muchas veces el problema con los restaurantes de alto copete es que todo parece venido de otro mundo. Aquí no, las cosas nos suenan de toda la vida pero son las elaboraciones y las presentaciones las que marcan la diferencia.


Blanqueta de bonito con verduritas de temporada: la blanquette es un plato típico francés, un estofado de carne (normalmente ternera), pescado o verduras. Tened en cuenta que Arola se formó no solo con Ferran Adrià, sino también con Pierre Gagnaire.


Sardinas fileteadas, yema de huevo frita y trompetas de los muertos: otro de los platos estrella de Arola. Hay que ver lo que le gustan a este hombre las sardinas, sobre todo marinadas. En este caso las acompaña con yema de huevo y una seta que está muy de moda, la trompeta de los muertos (Craterellus cornucopioides).


Espaldita de conejo con falso arroz y butifarra: un homenaje a las raíces catalanas del cocinero. 
El "arroz" es, en realidad, pasta.


Lomo de melva con salsa de miso blanco, berenjena marinada y loto al karashi: el plato menos tradicional de los que me he encontrado en Gastro, una fusión de cocinas orientales y occidentales. Miso es una pasta fermentada de soja, y karashi una salsa de mostaza castaña. Pero lo que estaba para chuparse los dedos era la melva, qué rica, por favor.


Carrillera de cordero, cebollitas rellenas de su tuétano y lenteja verde: otra reinterpretación de un plato típico. En este momento encontrar carrillera en el menú de un restaurante es tan fácil como que te pongan pan; aquí se reinterpreta y se le da el toque llamativo de las cebollitas rellenas del tuétano del cordero.


Vamos ya con los postres. Esto es un Sisley: mousse crujiente de kiwi y algodón de lavanda. Un postre elaboradísimo. Si os fijáis, hay una campana hecha de azúcar alrededor del postre; al romperla con la cuchara se libera un aire de lavanda que perfuma el plato durante unos instantes. La repanocha.


Soufflé de haba tonka y helado de miel: otro postre alucinante. Muy esponjoso, como debe ser; y el helado muy sabroso. Además, el contraste frío-caliente realza el conjunto.
El haba tonka, Dipteryx odorata, es una legumbre muy aromática que crece en las zonas tropicales de Sudamérica.


Comté curado y papas canarias guisadas con crema y vino blanco: el postre (salado) típico de Arola que más arriba os mencionaba como fijo en la carta.
El Comté es el queso francés con DO de mayor producción de todo el país. En el Gastro tienen uno curado durante 30-36 meses, que es un montón para este queso, y viene acompañado por una cazuelita al fuego con patatitas canarias en salsa. Es un postre muy contundente, desde luego, y muy rico.


Café y petits fours: siento decir que aquí es donde Arola pincha en hueso. Los petits fours son un auto-homenaje a sus bravas, en este caso de tiramisú. La idea es ocurrente, pero el resultado es un bizcochote algo difícil de masticar y poco sabroso. Encima, viene acompañado por un café Nespresso, de cápsula, que deja un tanto que desear.
Mi consejo es que disfrutéis de la comida ampliamente y vayáis a tomar luego el café a otro sitio (a fin de cuentas el café no viene incluido en el menú). Por la zona abundan cafeterías con mejores cafés.



Sergi Arola Gastro
Jefe de cocina: Sergi Arola
Zurbano 31, 28010, Madrid
+34 913 102 169
http://www.sergiarola.es/
Menú Lunch: 49 € (de martes a viernes a mediodía)
Menú Descubrimiento: 105 € (sin maridaje) / 160 € (con maridaje)