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viernes, 20 de julio de 2018

Diamante

Venga, sigamos con vinos reguleros españoles, de esos que cualquier españolito conoce y que se pueden conseguir en cualquier parte. Hasta ahora, lejos de tener que santiguarnos tras ver al demonio (o beberlo), resulta que los que hemos probado son aceptables (aceptables y punto: nadie ha dicho "buenos").

El de hoy es toda una institución, y así hay que reconocerlo: tiene más de un siglo de historia (no termina de haber consenso: hay una referencia en un menú de 1902; la propia bodega dice que no, que hay que remontarse a una década atrás, 1892, el caso es que es del año catapún chimpún, ni más ni menos).

Se llama Diamante, nombre hortera donde los haya, y han sabido hacer de la necesidad virtud: por los jubileos de diamante de la reina Isabel II de Inglaterra le mandaron a la monarca tres botellas y ella lo agradeció con su característica buena educación: por carta.

Está elaborado con las variedades viura y malvasía, y la fermentación se interrumpe (por frío) para que quede azúcar residual. Así pues, es un vino dulce natural, ya que no se añade azúcar, pero no naturalmente dulce: estos últimos son los que, tras la fermentación completa, aún retienen azúcares.

Otra cosa: si bien se acoge a la DOC Rioja, sale al mercado sin añada: en esta denominación se acepta el conjunto de varias cosechas (CVC), práctica que a un servidor le convence bastante poco. Eso sí, a diferencia de otros de los vinos de batalla que últimamente probamos, este no es de mesa.

Las bodegas elaboradoras son las muy venerables Franco-Españolas, de las que hemos catado por aquí el muy venerable Rioja Bordón gran reserva 1978, nada menos. Estaba ya hecho polvo, el pobre, pero todavía se dejaba beber.

Diamante
Bodegas Franco-Españolas
DOC Rioja
12%
Catado el 20 de julio de 2018.
  •  Amarillo muy pálido, blancuzco, de capa tremendamente abierta y limpia. Lágrima inexistente.
  • Intensidad aromática bajísima: algo de hierro, algo de albaricoque. Pero poquísimo.
  • Ataque más fresco que dulzón, aunque es verdad que tiene un puntillo abocado al cabo de un rato; paso agradablemente graso pero nada sabroso. Final brevísimo, sin taninos; sí queda un rastro del azuquíllar residual en la garganta. Bah.
A ver: como nos está pasando con todos estos vinos reguleros y archiconocidos, no puedo decir que tenga defectos ni que sea terrible (por algo se han convertido en hitos, las cosas como son) pero sí puedo decir que no tienen gracia alguna, esto es, que son un petardo.
Encima, este es más caro que los anteriores (será por la historia que lleva a las espaldas): 4,50€.





2 comentarios:

  1. Pues yo le tengo mucho cariño porque hace muchos años cuando yo era muy jovencita y no bebía, molaba hacerse la chula con un muchachito y pedir vino. Por alguna razón, que no recuerdo, aprendimos a pedir diamante.

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    1. La propia bodega dice que supieron abrir nicho entre las mujeres, tanto por sus campañas publicitarias cuanto por alejarse de la asociación histórica del tinto con lo varonil. Seguramente esa fuera la razón de tal aprendizaje.

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