Atención, que hay posibilidad de confundirse:
Schneider Weisse, la cervecera bávara de la que hemos catado un buen número de sus "grifos" (así llaman a casi todas sus cervezas de trigo: tap, "grifo"), elabora también unas cuantas cervezas llamadas como el monje bávaro Johannes Aventinus, autor de los Anales de Baviera.
Una de sus Aventinus es una Weizendoppelbock que no se salta un galgo y que catamos muy al principio de nuestra andadura, y que se incluye entre sus grifos con el número 6; también hemos catado esa misma cerveza con añada y envejecida tres años por la propia casa.
Pero no queda ahí la cosa: resulta que, además, sacan al mercado otra cerveza de trigo con el nombre de Aventinus: en este caso una Eisbock que, según nos informan, es la original y responde a un afortunado accidente: resulta que hasta los años 40 del s. XX la Aventinus se enviaba por toda Bavaria en contenedores refrigerados sin control alguno, de modo que era habitual que se pasaran de frío y la birra se congelase parcialmente. Esto hacía que el agua y el alcohol se separaran, resultando en una cerveza más alcohólica. Y había nacido el estilo Eisbock.
Años después, el maestro cervecero de la casa, Hans Peter Drexler, decidió recrear el experimento en un ambiente controlado, y así nos encontramos con la cerveza que hoy catamos. Para terminar de enredar la cosa, en la etiqueta no dice nada de "tap"; pero se considera que estamos ante el tap 9. Por cierto, hasta donde sé, el octavo no existe. Ya os dije que había posibilidad de confundirse.
- Parda oscura con irisaciones rojizas, muy turbia y muy cubierta. Crema beige poco duradera (normal, con tanto grado).
- Intensidad aromática elevada: plátano dulce, frutas rojas, melaza, cereales de desayuno, prunas.
- Ataque dulzón. Paso potente y robusto, muy marcado. Final de persistencia elevada, sin amargor, con recuerdos de fruta pasa por vía retronasal. Una magnífica cerveza de trigo.