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domingo, 14 de septiembre de 2025

La Trappe quadrupel oak aged, batch #13 (tras 8 años en cava)

Hemos catado las partidas decimosexta (con tres años de guarda) y decimoquinta (con siete) de esta cuádruple trapense neerlandesa envejecida en barrica; vamos ahora con la decimotercera, cuya mezcla se llevó a cabo el 28 de enero de 2013 a partir de cerveza envejecida en barricas de pinot noir (91% del total), barricas de roble con tueste plus (4,5%) y barricas de acacia (4,5%). Curiosa mezcla.

Desde el 28 de enero de 2013, en que se embotelló (en formato de 3/8 con corcho sintético y morrión), hasta que la caté el 22 de septiembre de 2020, pasaron casi ocho años (a falta de cuatro meses), tiempo en el que vamos a ver cómo envejeció (estamos ante una cerveza con potencial de guarda, pero no exagerado).

Precisamente todo ese tiempo de guarda había tenido sus efectos sobre el exterior: el morrión se partió y hubo que recurrir a pinzas, y el corcho sintético se había pegado a las paredes de la botella y hubo que sacarlo con un guante de goma.

La Trappe quadrupel oak aged (batch #13). Cerveza trapense neerlandesa cuádruple envejecida en barrica. 10%
Catada el 22 de septiembre de 2020.
  • Capa caoba, oscura, con algo de sedimento en suspensión. Ni crema ni burbujas: no hay rastro de carbónico en absoluto.
  • En nariz destacan aromas defectuosos de oxidación y decadencia: polvo, pepitas de manzana, moho, cerrado. En segundo plano hay evidencias de lo que fue en su momento: caramelo, melaza, pasas, ciruelas... Se tendría que haber abierto tres o cuatro años antes, parece. Si uno espera lo suficiente, aparecen notas de chocolate, canela y almendra por encima de los defectos, pero en cuanto se agite lo más mínimo la copa vuelven los aromas indeseados.
  • En boca se muestra mejor que en nariz: sedosa, firme, con paso picantón y alcohólico. Estas características, unidas a la ausencia de carbónico, hacen que recuerde a un oporto o un madeira más que a una ale. Final alcohólico, con notas de ésteres y muchas especias (clavo, canela, nuez moscada, pimienta negra). Por vía retronasal no aparecen los fallos de la fase anterior, solo las virtudes; eso me lleva a pensar que pudo haber aguantado quizás hasta cumplir los seis años de guarda antes de empezar su declive, que es más que evidente ahora.
El mamut del Museo de Historia Natural de Londres lleva en sus colmillos el corcho. Qué majo.

 
Sabéis que las etiquetas son genéricas, y que es en la contraetiqueta donde se especifica la partida (batch #13).

La edición decimoquinta la catamos con casi la misma guarda que esta (siete años frente a los menos de ocho de la que nos ocupa hoy) y se mostró excelente; la decimosexta, con tres años, todavía tenía potencial para mejorar. Eso me lleva a pensar que las variaciones en dicho potencial no solo dependen de la cerveza y de la guarda en botella, sino del envejecimiento previo en barrica, que varía de partida en partida.

Gracias por vuestra atención. Nos vemos la próxima si así lo queréis.

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