La de Santa Ana es una de las plazas más emblemáticas de Madrid. José I de España, apodado Rey plazuelas por su tendencia a hacer de la capital un lugar más diáfano y dotarlo de espacios públicos, trasladó a las monjas del convento de Santa Ana y este se derribó, dejando expedito el solar que hoy ocupa la plaza que lleva su nombre.
Andando el tiempo, la plaza se ha rodeado de edificios singulares, como el mencionado Teatro Español o el hotel Reina Victoria, y también se ha rodeado de cervecerías: muuuuchas cervecerías. Tantas que Mariano de Cavia la llamaba Plaza de la Cerveza, y Mesonero Romanos "cementerio de gambas" (por las que ponían en los bares acompañando el bebercio). Algunas de ellas son centenarias, pero la que hoy centra nuestra atención aún no ha llegado a la cuarentena, pese a lo cual lleva el mismo nombre que la plaza: Santa Ana.
- Dorada ambarina, turbia, con irisaciones verdosas. Crema blanquecina, duradera.
- Intensidad aromática elevada: una primera nota que en inglés se denomina dank, y que es básicamente el olor que tienen los porros, if you know what I mean. Recordad que el lúpulo y el cannabis están estrechísimamente emparentados, así que esto es algo menos raro de lo que a algunos les pueda parecer. También hay notas de hierba (ahí tenéis un juego de palabras con el aroma anterior), maracuyá y mango. Pese al lúpulo Cascade, ni rastro de cítricos.
- Seca, viva, con mucho cuerpo. Final muy amargo (ellos nos dicen en la etiqueta que son 30 IBUs, pero parecen más). Persistencia elevada. Está francamente rica, y es, además, una IPA estilo West Coast como mandan los cánones.
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